Las lentes de contacto o lentillas son unas lentes correctoras o cosméticas que se ponen en el ojo, concretamente sobre la película lagrimal que cuida y lubrica la córnea (capa transparente en la zona anterior del ojo). Indicadas, cuando el paciente y el contactólogo lo crean conveniente, para corregir defectos refractivos como la miopía, el astigmatismo, la hipermetropía y la vista cansada y otras patologías como el queratoconos, transplantes de córnea, degeneraciones marginales pelúcidas, cirugías refractivas con mal pronóstico y el control de la miopía mediante la ortoqueratología y lentillas de doble foco.
En el mercado actual existe una gran variedad de lentes de contacto, tecnologías como la OCT, el topógrafo corneal y el biómetros que hacen que casi todo el mundo pueda usarlas. El uso de lentes de contacto requiere de limpieza y mantenimiento diario, muy sencillo pero también muy eficaz para evitar que agentes patógenos y bacterias afecten al ojo.
Cambio de las lentes de contacto
Las lentes de contacto tienen un reemplazo establecido. El tiempo varía desde lentes desechables de 1 día (usar y tirar sin necesidad de utilizar productos de limpieza y mantenimiento), semanales, quincenales, mensuales, trimestrales, semestrales y anuales. Cada lente de contacto tiene unas prestaciones, si bien el reemplazo diario o mensual son los más comunes, siendo las demás modalidades empleadas para lentes diseñadas a medida con parámetros especiales para patologías oculares.
Es recomendable acudir al óptico-optometrista para una revisión ante la presencia de cualquiera de estos síntomas:
- Visión borrosa
- Sensación de suciedad en los ojos
- Dolor intenso
- Ojos rojos